Hay un punto donde varias mezclas se llevan a cabo: lo natural con lo sobrenatural, la física con la metafísica, la inteligencia con la ignorancia, lo singular con los plurales, lo simple con lo complejo.
Hay momentos que nos invaden con su intransigencia y captan nuestra atención por ser eso mismo.
Hay amaneceres y ocasos. Noches sin mañanas y mañanas nocturnas. Eternidades envueltas en segundos y minutos invadidos por infinitos. Hay sueños cansados de ser realidad y realidades que anhelan ser ilusiones.
Hay para todos y hasta sobran diversidades. Hay desconocimientos que serán mas atractivos que la fascinación conocida.
El simplista complejo, donde aunque todo sea suficiente y hasta sobre, a veces se pide lo que aparenta faltar.
El es un ser que existe en algún mundo, posiblemente el nuestro (o no). El no es eterno pero odia el tiempo, no es superior y odia ser llamado “inteligente” por citar constantemente a la lógica. El se arrebata sobre tonterías y las transforma en laberintos imperceptibles para los demás. El es él sin ser egocéntrico.
Hay un simplista que también es complejo.
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